Este miércoles Patricia nos ha presentado un caso clínico que nos ha parecido muy interesante no solo por la presentación, sin también por su utilidad y lo práctico de las recomendaciones a la hora de manejar a pacientes en tratamiento con antiarritmicos, pues en estos casos si pueden ser secundarios para uno mismo pero sus efectos.
Podemos ampliar esta información en este interesante artículo titulado "Estudio sobre los efectos adversos de los fármacos antiarrítmicos en pacientes con fibrilación auricular atendidos en un Centro de Atención Primaria" de Medicina Clínica. 2011;137.(06).
En él que se incluyeron a 400 pacientes, iniciandose 688 tratamientos antiarrítmicos, de los cuales se registraron
32 Efectos Adversos (EA) en 30 pacientes, con la implicación de 34 tratamientos (4,9%). Los
EA más frecuentes fueron hipotiroidismo (28,1%), hipertiroidismo (25%) y
bradicardia (9,38%). En números absolutos, los fármacos de la clase III
fueron los que más EA ocasionaron (p=0,001). La tasa de EA registrados
por 100 pacientes-año fue: clase I 0,42 (intervalo de confianza del 95%
[IC 95%] 0,01-1,15), clase II 2,55 (IC 95% 0,68-5,13), clase III 4,70
(IC 95% 2,98-6,64), clase IV 1,18 (0,14-2,80), otros (digoxina) 0,41 (IC
95% 0,08-1,19). Individualmente, los fármacos con una tasa más elevada
de EA fueron sotalol, bisoprolol y amiodarona (5,70, 5,37 y 4,59
respectivamente). Los EA ocasionaron visitas a servicios sanitarios
(93,75% de los EA), pruebas de laboratorio (59,38%) y técnicas
diagnósticas (56,25%). El 71,9% de los EA se resolvieron sin ninguna
secuela y en un caso el desenlace fue el fallecimiento (como ha sido nuestro caso). En él los autores llegan a la conclusión, de que los fármacos antiarrítmicos utilizados en el tratamiento de la Fibrilación Auricular
especialmente los fármacos de clase III, llevan asociada la presencia de efectos adversos, y en conjunto implican un importante consumo de recursos
sanitarios.
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